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En Esta Hora - Instrucciones para perder elecciones
Instrucciones para perder elecciones
07 de Junio de 2016

¿Es usted un presidente, dirigente, político profesional que está harto de ganar procesos electorales (por la buena y/o por la mala) y desea un cambio radical en su estilo de vida? ¿Desea repetir la experiencia espiritual de la derrota? ¿O, simplemente, ya se dio cuenta que el poder es una ilusión pasajera, y desea desde su fuero y generosidad internos cedérselo a alguien más, a otros partidos o ciudadanos, para que tengan acceso a su misma epifanía? Pues aquí le presento un instructivo infalible para perder (incluso si algunos de sus necios electores prefieren todavía votarlo a botarlo). Sígalas al pie de la letra y le garantizo que fracasará exitosamente:

1. Subestime a sus electores. Convénzase a usted mismo de que todos los ciudadanos no están a la altura de su proyecto. Que son, simplemente, parte del elenco. Y que estarán satisfechos con su catering: una despensa cada tres años. Lléveles tortas. Con frijol. Con o sin gorgojo. Ni se fijan.

2. Confíe en su maquinaria partidista. Repítase —desde que amanece hasta que el sol se pone— que el sistema es el sistema y que, debidamente aceitada, la maquinaria sola llenará las urnas. Siempre ha sido así. Confíe. Confíe en un siglo de (casi) exitosa hegemonía.

3. No dé acuse de recibo. Si los malintencionados —críticos, opositores, periodistas, intelectuales, twitteros, ciudadanos— le solicitan que explique satisfactoriamente el origen de sus bienes (muebles e inmuebles), por ningún motivo caiga en su juego. Tenga clarísimo que es porque son unos envidiosos. Y no ceda a sus exigencias. Así sean sólo tres (de tres).

4. Nombre a su compadre. Si los malintencionados insisten, pues llámele a su compadre y nómbrelo fiscal-investigador-auditor especial del asunto. Y usted, desentiéndase.

5. Rinda homenaje a sus ancestros. Si la tendencia en el mundo es comunicar de forma moderna, coloquial, divertida, creativa, ocurrente, usted mejor rescate sus orígenes, honre la mística del poder y diríjase a las masas como si participaran todos en un ritual ancestral. Recuerde que la tradición obliga. Aunque todos se duerman: la envergadura de su cargo exige solemnidad.

6. Mediatice el rito. Y aunque todos se duerman, usted no se fije y televise su rito. Total, mientras dos o tres no le cambien de canal, sentirá usted que el deber de propagar su imagen ha sido cumplido. Desoiga a los incrédulos que le adviertan que la sobreexposición mediática juega en su contra, sobre todo cuando su nivel de aceptación es inusualmente bajo.

7. Deje en manos de sus generales la batalla. Deje que sus gobernadores peleen los enfrentamientos. Otórgueles carta blanca. No importa si son despiadados o rapaces. Mientras sean temidos, con eso basta y sobra. Confíe ciegamente en ellos y todos sus conocimientos sobre el arte de la guerra. Local.

8. Apapache a los suyos. Entienda la naturaleza del poder: se hizo para conquistarse, ejercerse, aprovecharse, usufructuarse, exprimirse y conservarse. Hoy está, mañana quién sabe. Mientras dure, deje que los suyos lo gocen tanto como usted. No importa si esto le genera la crítica de todos los demás, siempre que usted conserve la lealtad y gratitud de los suyos.

9. Sosténgase. Jamás corte cabezas de ningún subordinado. Si usted decidió ponerlo en determinada trinchera, removerlo sería reconocer su propia equivocación. Es mejor pasar por alto y perdonar, antes que admitir que aquel no era el indicado.

10. Aférrese. Sepa que todo lo que sus consejeros —tarde o temprano— sugieren es porque tienen una agenda propia. No les preste oídos. Conserve su seguridad y su autoestima. Si alguien le dice que no está tomando las correctas decisiones, ciérrele la puerta. Nada vale tanto como escuchar solamente a los que aplauden.

11. No tema. El poder es uno. Único e indivisible. Ceda a todas sus tentaciones, entréguese a todos sus placeres. No tema a sus excesos. Y cuando se canse de todos ellos, solamente siga este instructivo de principio a fin.

Fuente:Excélsior