¿Este es el cambio?
Para la población veracruzana ya no es noticia el desastre provocado por las dos últimas administraciones gubernamentales encabezadas por Fidel Herrera y su pupilo Javier Duarte de Ochoa. Lo bochornoso y asombroso de ese lamentable interregno ha llamado la atención de investigadores como The International Crisis Group, de Bélgica, cuya amplia información revela extrañeza por la impunidad en que se llevó a cabo el atraco a Veracruz, combinada con un sombrío escenario de “violencia y corrupción a gran escala” y la “fusión de facto” entre las fuerzas policiales estatales y locales con grupos del crimen organizado”.
Grande fue la estafa desde el gobierno y llega a tal grado la mala fama de Duarte, y con ella uncido el nombre de Veracruz, que organizadores del Record Guinness lo proponen para reconocerlo como “el más corrupto del mundo”, aunque debiera compartir estelares con otro ex gobernador, tiene competencia externa porque los organizadores incluyen al Presidente de Senegal y al Primer Ministro de Zaire. Si bien un reportero del semanario Proceso asegura que esto va en serio, a los veracruzanos solo nos queda acudir al chacoteo, como única terapia por seguir tragando las lamentables noticias que nos ubican en un mapa que los veracruzanos no deseamos compartir. El Foro Económico Mundial sitúa a México en el lugar 116 de 138 en corrupción de instituciones públicas.
En ese escenario nada lúdico y más bien tétrico, el Partido Acción Nacional, en alianza con el Partido de la Revolución Democrática lograron la alternancia en el poder político de la entidad veracruzana, con un candidato cuyo discurso convenció a la ciudadanía sobre la necesidad de dar fin a los propósitos transexenales de un grupúsculo con dañinas intenciones y el absurdo de instaurar una dinastía transexenal. Durante la campaña de convencimiento ciudadano Duarte fue el emblema de la corrupción combatido incluso por el candidato de su partido, al final esa fue la fórmula del ábrete sésamo que llevó al PAN al poder veracruzano.
La desesperada situación de supervivencia del PRD y el éxito de esa experiencia favorecieron la renovación de la alianza, que se abandera con el lema “contigo el cambio sigue”, al cual no hacen honor en los hechos a juzgar por el reclutamiento de individuos marcados en rojo por el índice ciudadano para candidatearlos a cargos municipales de elección popular; de esa manera convierten en ficción el lema y arruinan cuanto discurso se les ocurra.
Es nutrida la lista de políticos migrantes de unas siglas a otras, fenómeno nada nuevo porque el trapecismo político en México es añejo. El nomadismo partidista es intenso, carece de ideología y expresa el grado de perversión política al que han llegado los partidos.
La Alianza PAN-PRD, anuncia la candidatura del ex priista David Velasco, ex alcalde de Xalapa y ex diputado local, a pesar de no militar en ninguno de estos partidos, por lo que su condición de arribista ha sido rechazada por la militancia de “la izquierda” y “la derecha”. Una burla más a la ciudadanía es el registro de Ricardo García Guzmán como precandidato a la alcaldía de Pánuco, ahora por el Partido Acción Nacional, después de desempeñarse como contralor en el gobierno priista de Duarte de Ochoa. A García Guzmán, el hoy gobernador Miguel Ángel Yunes Linares lo calificó como “tapadera de Duarte”, en referencia a las corruptelas de este. ¿Cuál poderoso motivo induce al registro de quien ha sido alcalde y diputado por el PRI y en bandazos ha colaborado con el PAN?
Nomadismo, chapulinismo, trapecismo, perversa transmigración de un partido a otro magnifican nuestra pobreza política pues son incompatibles con el compromiso social; ¿qué compromiso social alentaría a un “políticos” a cobijarse indiscriminadamente por el partido que fuere? esa actitud reviste impudicia política.
También desesperación por sobrevivir en la nómina del tesoro público, como ocurre al Partido de la Revolución Democrática que abre sus puertas a cuanto arribista toca el timbre. El PRD puede llenar su casa con la gente que quiera, ese es su problema, lo inadmisible es el argumento: recibe a ciudadanos, como la ex alcaldesa de Alvarado, “que quieren luchar por la mejora” (¡!), según dice Carlos Munguía, Secretario en el CDE de ese partido; pero es desmentido por la nueva inquilina, quien justifica su brinco del PRI al PRD porque, según ella, “no se valoró” su trabajo: “Me cambié al PRD para apoyar el cambio… apoyé la campaña del actual gobernador, no me han tomado en cuenta, peo yo quiero seguir apoyando al PRD”. ¿Este es el cambio?
Alfredobielmav@hotmail.com
4- marz0-2017.
Grande fue la estafa desde el gobierno y llega a tal grado la mala fama de Duarte, y con ella uncido el nombre de Veracruz, que organizadores del Record Guinness lo proponen para reconocerlo como “el más corrupto del mundo”, aunque debiera compartir estelares con otro ex gobernador, tiene competencia externa porque los organizadores incluyen al Presidente de Senegal y al Primer Ministro de Zaire. Si bien un reportero del semanario Proceso asegura que esto va en serio, a los veracruzanos solo nos queda acudir al chacoteo, como única terapia por seguir tragando las lamentables noticias que nos ubican en un mapa que los veracruzanos no deseamos compartir. El Foro Económico Mundial sitúa a México en el lugar 116 de 138 en corrupción de instituciones públicas.
En ese escenario nada lúdico y más bien tétrico, el Partido Acción Nacional, en alianza con el Partido de la Revolución Democrática lograron la alternancia en el poder político de la entidad veracruzana, con un candidato cuyo discurso convenció a la ciudadanía sobre la necesidad de dar fin a los propósitos transexenales de un grupúsculo con dañinas intenciones y el absurdo de instaurar una dinastía transexenal. Durante la campaña de convencimiento ciudadano Duarte fue el emblema de la corrupción combatido incluso por el candidato de su partido, al final esa fue la fórmula del ábrete sésamo que llevó al PAN al poder veracruzano.
La desesperada situación de supervivencia del PRD y el éxito de esa experiencia favorecieron la renovación de la alianza, que se abandera con el lema “contigo el cambio sigue”, al cual no hacen honor en los hechos a juzgar por el reclutamiento de individuos marcados en rojo por el índice ciudadano para candidatearlos a cargos municipales de elección popular; de esa manera convierten en ficción el lema y arruinan cuanto discurso se les ocurra.
Es nutrida la lista de políticos migrantes de unas siglas a otras, fenómeno nada nuevo porque el trapecismo político en México es añejo. El nomadismo partidista es intenso, carece de ideología y expresa el grado de perversión política al que han llegado los partidos.
La Alianza PAN-PRD, anuncia la candidatura del ex priista David Velasco, ex alcalde de Xalapa y ex diputado local, a pesar de no militar en ninguno de estos partidos, por lo que su condición de arribista ha sido rechazada por la militancia de “la izquierda” y “la derecha”. Una burla más a la ciudadanía es el registro de Ricardo García Guzmán como precandidato a la alcaldía de Pánuco, ahora por el Partido Acción Nacional, después de desempeñarse como contralor en el gobierno priista de Duarte de Ochoa. A García Guzmán, el hoy gobernador Miguel Ángel Yunes Linares lo calificó como “tapadera de Duarte”, en referencia a las corruptelas de este. ¿Cuál poderoso motivo induce al registro de quien ha sido alcalde y diputado por el PRI y en bandazos ha colaborado con el PAN?
Nomadismo, chapulinismo, trapecismo, perversa transmigración de un partido a otro magnifican nuestra pobreza política pues son incompatibles con el compromiso social; ¿qué compromiso social alentaría a un “políticos” a cobijarse indiscriminadamente por el partido que fuere? esa actitud reviste impudicia política.
También desesperación por sobrevivir en la nómina del tesoro público, como ocurre al Partido de la Revolución Democrática que abre sus puertas a cuanto arribista toca el timbre. El PRD puede llenar su casa con la gente que quiera, ese es su problema, lo inadmisible es el argumento: recibe a ciudadanos, como la ex alcaldesa de Alvarado, “que quieren luchar por la mejora” (¡!), según dice Carlos Munguía, Secretario en el CDE de ese partido; pero es desmentido por la nueva inquilina, quien justifica su brinco del PRI al PRD porque, según ella, “no se valoró” su trabajo: “Me cambié al PRD para apoyar el cambio… apoyé la campaña del actual gobernador, no me han tomado en cuenta, peo yo quiero seguir apoyando al PRD”. ¿Este es el cambio?
Alfredobielmav@hotmail.com
4- marz0-2017.
