Estos días, en los que los fieles de las diferentes denominaciones del cristianismo recuerdan la Pasión del Salvador y los no creyentes simplemente disfrutan de unos días de asueto, representan en uno u otro caso una buena oportunidad para hacer una pausa en el trajín de la cotidianeidad y analizar qué estamos haciendo para lograr un entorno de armonía en nuestra comunidad.
Es cierto que desde que inició 2017 ha sido un año particularmente difícil. Lo empezamos con la crisis de los llamados “gasolinazos” y la escalada de violencia que la acompañó, y que se ha mantenido en niveles que preocupan mucho a todos los ciudadanos, que no vemos la luz al final del túnel de este lacerante problema.
Cierto es que las autoridades han tomado diferentes decisiones y ordenado medidas diversas para reforzar la seguridad de nuestras ciudades y en particular en Xalapa, la capital del Estado. Pero por desgracia no han sido suficientes.
La delincuencia sigue asolando a las familias, a los estudiantes, a las amas de casa, a los trabajadores, a los empresarios. Y mientras tanto, la economía está atorada, el desempleo crece y las oportunidades son menores. Es una realidad a la que no podemos cerrar los ojos y mucho menos justificar con pretextos baladíes. Las autoridades de los diferentes niveles tienen responsabilidades que claramente no están cumpliendo ni atendiendo con la eficacia necesaria.
También cabe cuestionarse cuál es nuestra responsabilidad como ciudadanos y si estamos haciendo lo que nos corresponde en nuestro ámbito. ¿Contribuimos con nuestra comunidad haciendo lo que nos toca? ¿Respetamos a nuestros vecinos? ¿Cuidamos nuestro entorno cercano para hacerlo más amable y seguro? ¿Les inculcamos a nuestros hijos valores y actitudes como el respeto a los demás, la tolerancia, la convivencia en armonía, la honradez, el amor al estudio y al trabajo?
Creo que estos días nos pueden ser de gran utilidad para hacer una reflexión profunda sobre lo que hacemos y, sobre todo, lo que hemos dejado de hacer y que también influye y afecta a nuestro Estado, nuestro municipio, a nuestras colonias, nuestras calles y nuestros hogares.
Lo he señalado anteriormente. En asuntos comunitarios la responsabilidad para hallar soluciones a los problemas comunes es de todos los integrantes de la sociedad. No sólo de quienes están al frente de los gobiernos. Aunque tampoco sólo de los ciudadanos. Tenemos que entrarle todos a los temas y a las propuestas de solución.
También es urgente que hagamos conciencia sobre lo que nos corresponde hacer en nuestro ámbito como ciudadanos y que también pasa por ejercer el derecho a elegir a nuestras autoridades. No es un tema menor. De eso depende en gran medida que las cosas puedan cambiar o que permanezcan como están, o quizás hasta empeoren, lo cual no es en absoluto deseable, pero siempre es posible.
Esta temporada de Pascuas, en la que unos asumen y alimentan su espiritualidad y otros aprovechan para descasar, es un buen momento para pensar con tranquilidad en cómo cambiar para mejorar, lo cual nos atañe a todos, sin importar nuestras creencias religiosas. Desde nuestra relación con nuestras familias hasta la convivencia con nuestra comunidad, pasando por la toma de decisiones para darle un nuevo rumbo, en nuestro caso particular, a Xalapa.
Los invito a aprovechar este tiempo de reflexión. Vale la pena hacerlo. El momento es más que oportuno y la necesidad de hacerlo es enorme.
*Presidente de la Asociación Civil Nuestro Municipio
correo@nicanormoreira.mx
Facebook: Nuestro Municipio
FacebookTwitterGoogle+
Es cierto que desde que inició 2017 ha sido un año particularmente difícil. Lo empezamos con la crisis de los llamados “gasolinazos” y la escalada de violencia que la acompañó, y que se ha mantenido en niveles que preocupan mucho a todos los ciudadanos, que no vemos la luz al final del túnel de este lacerante problema.
Cierto es que las autoridades han tomado diferentes decisiones y ordenado medidas diversas para reforzar la seguridad de nuestras ciudades y en particular en Xalapa, la capital del Estado. Pero por desgracia no han sido suficientes.
La delincuencia sigue asolando a las familias, a los estudiantes, a las amas de casa, a los trabajadores, a los empresarios. Y mientras tanto, la economía está atorada, el desempleo crece y las oportunidades son menores. Es una realidad a la que no podemos cerrar los ojos y mucho menos justificar con pretextos baladíes. Las autoridades de los diferentes niveles tienen responsabilidades que claramente no están cumpliendo ni atendiendo con la eficacia necesaria.
También cabe cuestionarse cuál es nuestra responsabilidad como ciudadanos y si estamos haciendo lo que nos corresponde en nuestro ámbito. ¿Contribuimos con nuestra comunidad haciendo lo que nos toca? ¿Respetamos a nuestros vecinos? ¿Cuidamos nuestro entorno cercano para hacerlo más amable y seguro? ¿Les inculcamos a nuestros hijos valores y actitudes como el respeto a los demás, la tolerancia, la convivencia en armonía, la honradez, el amor al estudio y al trabajo?
Creo que estos días nos pueden ser de gran utilidad para hacer una reflexión profunda sobre lo que hacemos y, sobre todo, lo que hemos dejado de hacer y que también influye y afecta a nuestro Estado, nuestro municipio, a nuestras colonias, nuestras calles y nuestros hogares.
Lo he señalado anteriormente. En asuntos comunitarios la responsabilidad para hallar soluciones a los problemas comunes es de todos los integrantes de la sociedad. No sólo de quienes están al frente de los gobiernos. Aunque tampoco sólo de los ciudadanos. Tenemos que entrarle todos a los temas y a las propuestas de solución.
También es urgente que hagamos conciencia sobre lo que nos corresponde hacer en nuestro ámbito como ciudadanos y que también pasa por ejercer el derecho a elegir a nuestras autoridades. No es un tema menor. De eso depende en gran medida que las cosas puedan cambiar o que permanezcan como están, o quizás hasta empeoren, lo cual no es en absoluto deseable, pero siempre es posible.
Esta temporada de Pascuas, en la que unos asumen y alimentan su espiritualidad y otros aprovechan para descasar, es un buen momento para pensar con tranquilidad en cómo cambiar para mejorar, lo cual nos atañe a todos, sin importar nuestras creencias religiosas. Desde nuestra relación con nuestras familias hasta la convivencia con nuestra comunidad, pasando por la toma de decisiones para darle un nuevo rumbo, en nuestro caso particular, a Xalapa.
Los invito a aprovechar este tiempo de reflexión. Vale la pena hacerlo. El momento es más que oportuno y la necesidad de hacerlo es enorme.
*Presidente de la Asociación Civil Nuestro Municipio
correo@nicanormoreira.mx
Facebook: Nuestro Municipio
FacebookTwitterGoogle+