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Viernes 26 de abril de 2024    

En Esta Hora - El servidor público
El servidor público
A mi gran amigo Pedro Noé Valdés
Allá donde se encuentre.
Con inmodificable afecto

En la función pública aflora la virtud cuando el servidor es honesto y responsable, es más, transforma en arte su desempeño, no le importa el vestido, calzado, modo de hablar o etnia a la que pertenece la persona que atiende; a quien trata con respeto, atención y sobre todo empatiza con ella, le da el tiempo necesario para que se exprese según su manera de hablar, acorde a sus usos y costumbres, pretendiendo en todo momento dar una solución real al problema que le están planteando. Servir a la ciudadanía es una obligación del funcionario, quien tiene un salario asignado para atender al público; no hay ninguna gentileza de su parte para resolver con eficiencia y eficacia los problemas que van a plantearle, tiene el deber de atender al público o a la ciudadanía y de servirle y servirle bien. Pero para que estas ejemplares acciones se realicen, que más que la constante son la excepción, el servidor público debe tenerle amor a su trabajo, debe tener vocación de servicio y misión y visión en todo lo que hace.

Desde el más encumbrado de los servidores públicos, hasta el más modesto de ellos, deben pensar siempre que están desempeñando un cargo de manera transitoria y que lejos de vanagloriarse, tomar actitudes prepotentes o considerar esa labor como una carga sobre su espalda, deben hacerse a la idea que es una oportunidad que le brinda la dependencia a la que sirven para demostrar su calidad humana y su espíritu de servicio. El funcionario público debe tener imaginación y no tan solo pensar en el recurso material o económico que posea para activarse; siempre debe buscar acciones complementarias para el beneficio de la población, sobre todo las que tienen un mayor grado de pobreza y marginación social. En ocasiones es más productiva esa imaginación que el mismo recurso económico.

El auténtico servidor público debe ser un ente pensante y creativo, impulsor de las políticas sociales para que estas tengan un impacto diferente, que de vergonzantes programas populacheros, pasen a ser políticas públicas dignas, con sentido social, donde se permee el progreso y bienestar de las comunidades, donde por desgracia muchas veces se encuentra la población más vulnerable. Que las actividades del servidor público no sean las de hacer llegar lo que del centro del país se envía, si no de enriquecer sustancialmente los productos con eficientes y variadas formas de consumo, que esos productos honren a quien los marginación social. En ocasiones es más productiva esa imaginación que el mismo recurso económico.

El auténtico servidor público debe ser un ente pensante y creativo, impulsor de las políticas sociales para que estas tengan un impacto diferente, que de vergonzantes programas populacheros, pasen a ser políticas públicas dignas, con sentido social, donde se permee el progreso y bienestar de las comunidades, donde por desgracia muchas veces se encuentra la población más vulnerable. Que las actividades del servidor público no sean las de hacer llegar lo que del centro del país se envía, si no de enriquecer sustancialmente los productos con eficientes y variadas formas de consumo, que esos productos honren a quien los marginación social. En ocasiones es más productiva esa imaginación que el mismo recurso económico.

El auténtico servidor público debe ser un ente pensante y creativo, impulsor de las políticas sociales para que estas tengan un impacto diferente, que de vergonzantes programas populacheros, pasen a ser políticas públicas dignas, con sentido social, donde se permee el progreso y bienestar de las comunidades, donde por desgracia muchas veces se encuentra la población más vulnerable. Que las actividades del servidor público no sean las de hacer llegar lo que del centro del país se envía, si no de enriquecer sustancialmente los productos con eficientes y variadas formas de consumo, que esos productos honren a quien los entrega y dignifique a quien los recibe, solo así, amén de otras estrategias combatiremos la marginación, el abandono, la indolencia, la vida gris y ordinaria del campirano, que siempre ha estado envuelta en el olvido.

El servidor público nunca debe olvidar que algún día fue niño, y aunque la pobreza, la inseguridad y la ignorancia laceran la consciencia del adulto, las enfermedades sociales, el hacinamiento y la promiscuidad diezma la infancia; niños minusválidos, desnutridos, adictos, que muchas veces prefieren vivir en el infierno de la calle que en el infierno del hogar, como alguna vez lo mencioné; niños menores de diez años que están asqueados de la vida, víctimas de nuestros egoísmos, de nuestra indiferencia, niños con una decepción en el alma a tal grado que prefieren un carruco de marihuana o una botella de tiner, que un taco de frijoles con huevo. ¿Qué pensarán nuestros servidores públicos cuando ven estos niños? niños de mirada extraviada, mostrándonos debajo del semáforo el odio que en ellos hemos sembrado, niños totalmente desprotegidos, olvidados por quien sabe quién o quienes, niños haciendo talachas improvisadas buscando la manera de ganarse la vida. ¿Qué pensarán nuestros servidores públicos cuando observan de cerca a estos niños que a pedazos se están arrancando la vida?

Cuba, un país pobre pero digno, tiene un espectacular en la Habana que reza, “doscientos millones de niños duermen esta noche en la calle, ninguno de ellos es cubano”

Todos los ciudadanos son merecedores de atención en las democracias modernas, pero los discapacitados que viven marginados, aun conviviendo con nosotros en un mundo que no está preparado para ellos y donde las oportunidades escasean, que respuestas positivas le darán los servidores públicos a este amplio sector. Los campesinos, mal llamados consentidos de la revolución, cada día se alejan más de nosotros, y ya no creen en las promesas que escuchan en cada campaña electoral, les han quitado la tierra, les han quitado el agua ¿habrá manera de vivir sin tierra y sin agua en el campo?

El Servidor Público es la persona que desempeña un empleo, cargo o comisión subordinada al Estado, en cualquiera de sus tres Poderes, independientemente de la naturaleza de la relación laboral que lo ligue con el área a la cual presta sus servicios, obligada a apegar su conducta a los principios de legalidad, lealtad, honradez, imparcialidad y eficiencia. (Definición extraída de la Secretaría de la Función Pública)

Por la tarde del miércoles próximo pasado, me hizo favor de recibirme en sus oficinas una servidora pública de nivel medio. Para su fortuna o para la mía, al entrar impredeciblemente se accionó mi grabadora, la dejé activa, hay

experiencias espontaneas que son gratas y mientras era recibido por la funcionaria, la grabadora minuto a minuto fue registrando la conversación, usted amable lector dará testimonio del desempeño de una servidora pública que recientemente ha iniciado sus labores.
rafaelmartinezzaleta@hotmail.com