Para quienes poníamos en duda la capacidad del motor fundamental de la CuartaT para concretar los cambios orientados a instalar un nuevo régimen en el país, consternados por su asombrosa efectividad debemos reconocer que el sistema político mexicano ha dado un viraje espectacular al transitar de una evolución democrática, que lentamente veníamos realizando a partir de la década de los años noventa del siglo XX, a un Estado en el cual un conflicto entre poderes está a punto de concluir con la anulación a uno de ellos. A partir de 2019 hemos sido testigos de la demolición de las instituciones creadas para equilibrar el funcionamiento armónico entre los tres poderes de gobierno, y ahora la intensa actividad legislativa está terminando de diseñar un régimen donde el Poder Judicial ya minimizado quedará adscrito a la voluntad de los otros poderes. En esa hipótesis cabe también el supuesto de que hasta el Poder Ejecutivo personificado por Claudia Sheinbaum se desdibuje y quede menguado frente a un Poder Legislativo beligerante con intensa fruición por crear un marco constitucional ad hoc al marco ideológico del partido en el gobierno, o mejor, de la voluntad de quien allí manda y tiene pleno control de las Cámaras legisladoras. ¿Presidencia cooptada? Aunque las apariencias engañan, así parece. Por esas circunstancias ya no cabe la menor duda sobre un oficialismo que aprovecha y utiliza su mayoría absoluta en el poder legislativo para implementar la transformación política en México. Al margen queda la interrogante de si quienes aprueban las leyes para el cambio de manera tan obsecuente y acrítico se percatan de la trascendencia de sus actos, y si están conscientes de los efectos de lo que ahora festivamente aprueban; porque también los afectará, tomando en cuenta que en política nada es para siempre y que nadie puede asegurar por cuánto tiempo permanecerá MORENA en el ejercicio del poder en este país. Con la ley de supremacía constitucional se da Jaque mate al Poder Judicial, y en automático pudiera entronizar al Poder Legislativo sobre el Ejecutivo, en caso de que la presidenta no ponga atención ni prudente ojo avizor al activismo legislativo de sus correligionarios, porque si se descuida o entra en conflicto con lo trazado por su antecesor, corre el riesgo de que desde el Poder Legislativo le apliquen el juramento de los Reyes de Aragón: “Nos (nosotros), que somos y valemos tanto como vos, pero juntos más que vos, os hacemos Principal, Rey y Señor entre los iguales, con tal que guardéis nuestros Fueros y Libertades; y si no, no”. O sea, según se ve la escena actual apenas estamos en el dialogo introductorio de una obra que puede ser de varios capítulos, aun inéditos y nada halagüeños en nuestra historia nacional.