En el actual acontecer político en el México de nuestros días la mentira y la incongruencia han alcanzado puntos de cumbre, no falta quienes lo atribuyen a la esencia característica en gobiernos populistas, ponen incluso como abanderado de esa tendencia al expresidente López Obrador y asimilan su conducta política con la de Donald Trump en los Estados Unidos. Previamente a detallar sobre este asunto debemos hacer memoria que en eso de las mentiras disparadas desde el poder mucho antes de López Obrador varios titulares del Poder Ejecutivo acudieron a esa estrategia con singular frecuencia, podemos ejemplificarlo con los míticos informes de gobierno cuya duración de dos o tres horas servían para dibujar un México muy distinto al de la realidad, aunque por parte de la población se devolvía la rutina de valores entendidos con lúdica calificación al texto informativo: “la danza de los millones”, porque nadie en el país encontraba en dónde se habían invertido las sumas millonarias de las que informaban los presidentes. Sin embargo, aquellos fueron otros tiempos, cuando la mayor parte de la población vivía en zonas rurales y apenas contaba con aparatos de radio, entonces la televisión era un lujo de algunos habitantes de áreas citadinas, sin contar los miles de poblados carentes del fluido eléctrico, sin acceso a la inmediatez noticiosa de que ahora gozamos. Los tiempos son otros, la magia de la televisión ya es rutina añeja y la inteligencia artificial invade redes sociales. En el fértil campo citadino ahora abunda la flora y fauna de los influencer y Bots que hacen de las suyas compitiendo con los políticos en la tarea de desinformar y engañar a cuanto incauto aparezca.
Hace dos semanas en las redes sociales entre la maraña desinformativa y de mentiras circuló con profusión la noticia de que secretarios de despacho del gobierno federal habían desairado eventos organizados por la cúpula de inversionistas nacionales y extranjeros, increíblemente esa mentira fue tema de comentarios en la habitual cafetomanía que dio irracional crédito a esa Fake. Tal sucede porque, según dicen los que de eso saben, vox populi por pereza mental tiende a creer las mentiras disparadas con sistemática frecuencia, en la actualidad encuentran en las redes sociales un sustituto ideal de la cruda realidad. De ese flácido resorte se aprovechan los populistas para manipular la mente colectiva. No cuesta trabajo encontrar elementos para demostrar esa tesis porque el expresidente López Obrador es fiel expresión del gobernante que utilizó la mentira con propósitos de control político: primero, en materia de salud, nos acercó a Dinamarca y con tenacidad digna de mejor causa remató su sexenio con un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, esa audacia resultó impune porque no tuvo voto de castigo; ofreció poblar el territorio nacional con redes de internet y universidades Benito Juárez ¿dónde las encontramos? Ni autosuficiencia alimentaria ni soberanía energética es posible encontrar en el espacio nacional, seguimos importando el 58 por ciento de las gasolinas que consumimos y la producción petrolera no alcanzó los rangos ofrecidos; el promedio de crecimiento económico durante los seis años no rebasó el 1%, había ofrecido el 4% en promedio por año, hasta el 6% en el sexto año; “me dejo de llamar Andrés Manuel si no reduzco la violencia en el país”, se sigue llamando igual pero la delincuencia está imparable en México. También dijo que en México la población estaba muy feliz, allí sí es asunto de percepción y la opinión de cada quien es la que cuenta.
Hace dos semanas en las redes sociales entre la maraña desinformativa y de mentiras circuló con profusión la noticia de que secretarios de despacho del gobierno federal habían desairado eventos organizados por la cúpula de inversionistas nacionales y extranjeros, increíblemente esa mentira fue tema de comentarios en la habitual cafetomanía que dio irracional crédito a esa Fake. Tal sucede porque, según dicen los que de eso saben, vox populi por pereza mental tiende a creer las mentiras disparadas con sistemática frecuencia, en la actualidad encuentran en las redes sociales un sustituto ideal de la cruda realidad. De ese flácido resorte se aprovechan los populistas para manipular la mente colectiva. No cuesta trabajo encontrar elementos para demostrar esa tesis porque el expresidente López Obrador es fiel expresión del gobernante que utilizó la mentira con propósitos de control político: primero, en materia de salud, nos acercó a Dinamarca y con tenacidad digna de mejor causa remató su sexenio con un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, esa audacia resultó impune porque no tuvo voto de castigo; ofreció poblar el territorio nacional con redes de internet y universidades Benito Juárez ¿dónde las encontramos? Ni autosuficiencia alimentaria ni soberanía energética es posible encontrar en el espacio nacional, seguimos importando el 58 por ciento de las gasolinas que consumimos y la producción petrolera no alcanzó los rangos ofrecidos; el promedio de crecimiento económico durante los seis años no rebasó el 1%, había ofrecido el 4% en promedio por año, hasta el 6% en el sexto año; “me dejo de llamar Andrés Manuel si no reduzco la violencia en el país”, se sigue llamando igual pero la delincuencia está imparable en México. También dijo que en México la población estaba muy feliz, allí sí es asunto de percepción y la opinión de cada quien es la que cuenta.