Mucho se ha escrito en los medios convencionales y en los digitales sobre las probabilidades de que Donald Trump se convierta en Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Las declaraciones del candidato Republicano han ocasionado severas repercusiones en el ámbito económico en los dos lados de la frontera que divide a México con EUA.
Ahí está la devaluación del peso frente al dólar americano (rebasando ya los 20 pesos por dólar); ahí está también el costo político –severo, severísimo- que sufrió el Presidente Enrique Peña Nieto al darle la bienvenida a Trump en nuestro país (Luis Videgaray es ahora ex secretario de Hacienda y Crédito Público). Además, del aumento a muchos artículos e insumos que se compran en dólares (se habla de un aumento del 35 % en el costo de algunos medicamentos). ¿Qué más?
Tendría que revisarse sector por sector, sin embargo, esto lo explicarán los especialistas y los mexicanos lo sufriremos en nuestra vida cotidiana al subsistir con empleos mal pagados los aumentos a productos y servicios que requerimos y, sin embargo, no quiere decir que tengamos la oportunidad de obtenerlos.
…0…
Por eso, vale citar al poeta y periodista nicaragüense Rubén Dario (1867), padre del modernismo que nació en una humilde posada de carreros donde su madre tuvo que detenerse para darlo a luz. Fue en Metapa, pueblo casi de paso en una Nicaragua semifeudal, de economía atrasada, detenida en los umbrales del capitalismo industrial y semiocupada por Gran Bretaña.
El poeta Juan Gelman describe a Rubén Dario en una crónica titulada Imágenes (8 de junio de 2000), publicada en un diario argentino y recopilada, junto a otras de sus colaboraciones, en el libro Miradas (Ediciones Era, 2007).
Se recuerda que Nicaragua padecía el colonialismo y Rubén Darío no se sustrajo de la realidad.
En 1903 el presidente Theodore Roosevelt pronuncia su frase encandalosa “I took Panama” y Darío escribió un poema que recorrió las publicaciones de toda América Latina: “¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?/ ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?/ ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?/ ¿Callaremos ahora para llorar después?”.
Son preguntas que no han perdido vigencia en nuestro continente y, mucho menos, muchos menos en México.
Ahí está la devaluación del peso frente al dólar americano (rebasando ya los 20 pesos por dólar); ahí está también el costo político –severo, severísimo- que sufrió el Presidente Enrique Peña Nieto al darle la bienvenida a Trump en nuestro país (Luis Videgaray es ahora ex secretario de Hacienda y Crédito Público). Además, del aumento a muchos artículos e insumos que se compran en dólares (se habla de un aumento del 35 % en el costo de algunos medicamentos). ¿Qué más?
Tendría que revisarse sector por sector, sin embargo, esto lo explicarán los especialistas y los mexicanos lo sufriremos en nuestra vida cotidiana al subsistir con empleos mal pagados los aumentos a productos y servicios que requerimos y, sin embargo, no quiere decir que tengamos la oportunidad de obtenerlos.
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Por eso, vale citar al poeta y periodista nicaragüense Rubén Dario (1867), padre del modernismo que nació en una humilde posada de carreros donde su madre tuvo que detenerse para darlo a luz. Fue en Metapa, pueblo casi de paso en una Nicaragua semifeudal, de economía atrasada, detenida en los umbrales del capitalismo industrial y semiocupada por Gran Bretaña.
El poeta Juan Gelman describe a Rubén Dario en una crónica titulada Imágenes (8 de junio de 2000), publicada en un diario argentino y recopilada, junto a otras de sus colaboraciones, en el libro Miradas (Ediciones Era, 2007).
Se recuerda que Nicaragua padecía el colonialismo y Rubén Darío no se sustrajo de la realidad.
En 1903 el presidente Theodore Roosevelt pronuncia su frase encandalosa “I took Panama” y Darío escribió un poema que recorrió las publicaciones de toda América Latina: “¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?/ ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?/ ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?/ ¿Callaremos ahora para llorar después?”.
Son preguntas que no han perdido vigencia en nuestro continente y, mucho menos, muchos menos en México.